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Senderismo Alberuela de Laliena - Virgen de la Viña por klaus -- 27/02/2017
Jornada: (Una) -- (2661 visitas)
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- Zonas: ,
- Duración sin descansos: 04:00
- Meteorología: Sol
- Dificultad: Muy facil
- Días: 1
- Num. Personas: 1
- Tipo: Senderismo
- Desnivel de subida: 500 metros
- Desnivel de bajada: 500 metros
- Distancia: 12000.0 metros
- Agua:
- Observaciones:
- Gps: Sin fichero GPS
Alberuela de Laliena - Virgen de la Viña
Propuesta de excursión circular con salida en el pueblo de Alberuela de Laliena, teniendo a la ermita de la Virgen de la Viña como destino. Mediante pistas y senderos balizados, el recorrido atraviesa una zona del parque de Guara dominada por la vegetación de tipo mediterráneo, una flora que constituye uno de los mayores alicientes de la ruta al estar formada por especies autóctonas como la carrasca, el madroño, la sabina, o el enebro. El camino también se adentra en el cauce de uno de los ríos principales de la sierra de Guara, el Isuala o de Balcés, en un estrecho donde se originan unas pozas y saltos que sin duda serán merecedores de un baño si hacemos la excursión en verano. A la ermita de la Viña acudían en romería los habitantes de la redolada a pedir favores y espantar males, como las plagas y pestes que asolaban a campos y gentes. Hoy, al cabo del año, acuden más cazadores que romeros al merendero y a la barbacoa dispuesta para celebrar comidas monteras, en los exteriores de la ermita, lugar tranquilo y apacible para disfrutar de un hermoso día de campo.
DATOS TÉCNICOS:
-inicio, en la carretera A-1230, en el puente de Alberuela sobre el río Isuala, a 520m. de altitud.
-duración: de 3:30h a 4 horas en total.
-desnivel, 500 metros de subidas y bajadas.
-ermita de la Virgen de la Viña, a 790m. de altitud.
DESCRIPCIÓN:
a la salida de Aberuela de Laliena en dirección a Bierge, hay un puente carreteril sobre el río Isuala con un apartadero al margen de la carretera donde aparcar el coche. Un cartel avisa de que estamos en la zona periférica de protección del parque de Guara. Al planificar la excursión en casa, albergaba dudas sobre el camino a tomar en este inicio de la ruta. Una pista sale por la derecha del puente y enseguida llega a una nave ganadera, donde aquella mañana unos trabajadores se afanaban en dar de comer al rebaño de ovejas. Por el otro lado, en la margen derecha del río Isuala, arranca una senda que sube hasta unos campos cercanos y luego avanza junto al barranco. Por ventura escogí esta última opción, ya que por la otra orilla quizás no hubiera logrado mi propósito de encontrar el camino acertado.
El sendero parte del asfaltado de la carretera sin haber señal que lo indique, al menos a fecha de la excursión. Su buena traza describe una curva en subida, y de inmediato empalma con una pista agrícola. La tomamos a mano derecha, entre campos de labor y siguiendo por el ramal de la derecha en una primera bifurcación.
No sabía a ciencia cierta si la elección de esta pista era adecuada a mi propósito, el de encontrar un camino que bajara al cauce del Isuala para continuar por la otra orilla. El ramal iba cobrando demasiada altura con respecto al barranco, entre grandes campos de cereal y tramos de umbría por el pinar. De existir una senda, el descenso al río iba a ser pronunciado.
En los claros que deja el follaje del pinar se abre el paisaje a la otra margen del barranco de Balcés. Allí se ve otro barranco estrecho, el de las Abellaneras, que confluye con el río Isuala en un ajuntadero hundido entre escarpes rocosos. Por encima se eleva un gran campo de cereal que habremos visto con anterioridad en el trayecto por la pista, y de cuyo extremo nace un cortafuegos ancho que mas tarde cruzaremos, en el camino de bajada de la ermita a Alberuela. La idea es descender a la confluencia de los barrancos, para después subir por la loma situada al otro lado del cortafuegos, en la margen derecha del torrente de Abellaneras, y albricias, de repente un sendero inesperado cruza de través la anchura de la pista. Viene del pueblo de Bierge, y sus balizas de color verde que ejercen como señales, son prueba de que es el camino de subida a la ermita de la Virgen de la Viña. Ahora desciende con fuerza al fondo del río.
Viene un descenso pronunciado en el que poner tiento para no resbalar por el piso de piedra suelta. El meandro que forma el barranco de Balcés en este tramo de su curso, resulta atractivo al discurrir el río por un estrecho de repisas sobre la corriente, con pequeñas badinas para refrescarse si el calor aprieta. A toro pasado, de repetir la circular en otra ocasión, la haré en el sentido opuesto al aquí descrito, por razón de llegar al cauce del Isuala con el día entrado y a pleno Sol, en vez de las sombras y el frescor que dan a primeras horas de la mañana.
El sendero desciende a la orilla del río, y el vadeo del Isuala se realiza a pata sin ningún tipo de ayuda artificial. Aquel día la corriente bajaba con fuerza, con el caudal suficiente para obligar a descalzarse y probar cuán fría estaba el agua del río. Por suerte, la anchura del torrente es poca, sin tan siquiera dar tiempo a sentir ese clavarse de agujas heladoras en los pinreles que asciende por la garganta en forma de aullido.
En la otra margen del Isuala, no se intuye con facilidad la continuación del sendero por las gradas de conglomerado. Tras cruzar el exiguo torrente del barranco de Abellaneras, junto a una señal amarilla de espacio natural protegido, aparecen unos hitos de piedras que se elevan por los escarpes rocosos. La subida es empinada, en un repecho de matorral bajo donde tomar respiro cada x tiempo para disfrutar de la vista al barranco.
La senda asciende por esta ladera de fuerte inclinación que cae sobre el barranco, entre resaltes de conglomerado que obligar a hacer un poco de gimnasia. Más arriba la pendiente disminuye, acaban las zetas, y comienza una larga recta entre vegetación mediterránea.
A parte de las carrascas, enebros, y sabinas que acompañan al sendero, hay una cantidad sorprendente de madroños. Quien sus escribe jamás había visto juntos un número tan elevado de esta especie. Su lustrosa hoja verde, al comienzo del invierno, aparece salpicada por los frutos rojos y comestibles que da el árbol, y aportan un colorido especial a esta parte de la excursión. La senda, conforme avanza, se transforma en ancho carril con vistas a las cumbres de la sierra.
La pista mantiene una pendiente suave, en ligera subida, entre encinas de tronco robusto y copa amplia. En este tramo me encontré de frente con un perro de caza que marchaba alegre y distraído en dirección contraria. El día anterior era el último Domingo de la temporada de batidas del jabají, y tal vez adivinando el can que las juergas del fin de semana tocaban a su fin, prolongó su estancia por el monte hasta que cundiera el aburrimiento o a sus dueños les diera por ir a buscarlo. Su querencia por pasar una temporada libre en la sierra, hizo que apenas me devolviera el saludo y paso de largo casi sin mirarme.
Desde un recodo del carril asoma por vez primera el edificio voluminoso de la ermita, hoy adornado con las llamativas flores de los almendros que crecen en su entorno. Una blancura que contrastaba de manera intensa con el verdor dominante de las carrascas, y casi hacía refulgir la fachada del templo. Antes del mismo, sale por la izquierda de la pista un desvío, con un mojón de piedras en su inicio, que tal vez descienda al cercano barranco de la Viña.
Debajo de la ermita se levanta un enorme hogar metido dentro de una cabaña, con puerta metálica y chimenea gigante, que supongo emplearán romeros y cazadores para asar chuletas y costillas a castroporro. De muchas de esas barbacoas habrá sido testigo la monumental olivera que se alza justo delante de la caseta, bien acompañada por otras de porte similar. La ermita no destaca por la exquisitez de su fachada, siendo un templo de construcción sobria y reglamentaria, fruto de unas cuantas reformas que añadieron nuevos habitáculos al recinto parroquial.
En el exterior del edificio hay un merendero equipado con mesas y bancos de madera, para gozo y deleite de las familias camperas de nevera y fiambrera. La puerta de la ermita siempre me la he encontrado abierta, sin impedimento para su libre visita. Hay varias dependencias en un estado de suciedad y cochambre generosa, pero la capilla de la Virgen permanece cuidada, con sus iconos y adornos florales en perfecto orden, junto a unos cirios colocados en el suelo para pedir la gracia pertinente e iluminar la estancia. Hay también un modesto retablo lateral con la figura de San Jorge matando al dragón.
La ermita se compone de tres plantas con una escalera que accede hasta la terraza del ático, abierta al sur como si fuera un solarium y con un paisaje extenso a los campos y las viñas del entorno.
El curiosear por las dependencias de la ermita y saborear un almuerzo de embutidos varios con su pieza de fruta, nos llevará a un estado de sopor y desgana de poco acicate para la continuidad de la excursión. No importa. Tomarse el repós con cachaza porque el recorrido es corto y vamos con holgura de tiempo.
Delante de la ermita un poste indicador señala la dirección traída por Bierge, y otra flecha marca el camino de vuelta a Alberuela de Laliena. Un descenso paulatino y de trazado evidente que cruzará un par de barrancos durante el trayecto.
Sigue la tónica de andar por unas laderas de vegetación autóctona y de eminente carácter mediterráneo, siempre en bajada y con el cruce de un primer barranco, de cauce seco por lo general o con un escueto reguero de agua, y antiguo conocido nuestro, el de las Abellaneras Es el mismo que ya habíamos vadeado cuando desemboca en el río Isuala, en los inicios de la excursión.
Al poco de andar sigue el cruce de otra barranquera pedregosa, afluente del principal de Abellaneras cuyo tajo serpentea entre las laderas en busca de una escapatoria hacia el sur, hacia el padre Isuala. La ermita de la Viña destaca en su balconada al llano.
Otra cicatriz sobre el terreno nos resultará familiar, el cortafuegos visto durante el trayecto por la pista inicial, en la margen derecha del Isuala. En realidad este cortafuegos es un ramal secundario de la cabañera entre Mequinenza y Broto, la antigua vía de trashumancia para llevar al ganado de sus refugios de invierno a los pastos de alta montaña del verano.
La senda insiste en su fijación por cruzar todo barranco que le salga al paso, siendo en esta ocasión el torrente de Modovil el próximo en vadear. Unos chopos de gran altura crecen a orillas del exiguo cauce, capaz de originar una pequeña selva de vegetación ribereña.
Una larga diagonal en subida nos saca de la cuenca del barranco de Modovil, entre quejigos de tronco retorcido que aprovechan para crecer en la ladera de umbría por la que marcha el camino.
El sendero desemboca junto a un campo de olivos y se transforma en carril. Un poco mas adelante empalma con la pista por la que vamos a regresar a Alberuela. A esta intersección llega también el camino natural del Somontano de Barbastro, procedente de Radiquero (pueblo famoso por sus quesos de cabra) y que prosigue viaje hacia Rodellar. Hay un cartel anunciando esos posibles destinos, metros por encima de nuestra pista de bajada que ahora se dirige a la ermita de Santa Águeda, visible en lo alto de un cerro próximo.
La pista de retorno a Alberuela pasa al lado de los ruinas de la ermita de Santa Águeda, de la que sólo aguanta en pie su muro septentrional con el resto de la fachada en derrumbe y esparcida en cachitos de roca. Desde su posición se divisa un paisaje amplio a la llanada de campos del Somontano.
Esta parte del recorrido hasta conectar con la carretera de acceso a Alberuela se desarrolla por la traza de la pista, dejando a los lados entradas a campos particulares. Aparecen unas balizas de Btt a fin de discernir el rumbo correcto en las intersecciones, en las que prestar atención en caso de hacer la ruta en el sentido inverso.
De continuar recto por la pista principal se accede al cementerio de la localidad, junto al trazado de la carretera. Conviene desviarse antes para acortar la llegada al pueblo. Servidor dejó un primer ramal a mano derecha, con una señal de vía pecuaria, para mas adelante tomar otro por el que continúan las balizas de la ruta en Btt. El carril atraviesa un pasillo bajo el follaje de las carrascas, y entre campos, alcanza el asfalto de la carretera, a la entrada de Alberuela de Laliena.
El último tramo de la excursión se realiza impepinablemente por el asfalto de la carretera, con la opción de entrar al pueblo para visitar la ermita de San Nicolás de Bari, de origen románico y detalles curiosos como los capiteles del gran ventanal del ábside en el interior de la nave; luego se bajaría otra vez a la carretera mediante el acceso norte a la población. Servidor marchó sin variantes por el asfalto de la poco transitada carretera, siempre en descenso y trazando varias revueltas, junto a quejigos de gran porte y unas vistas aéreas sobre el azud del río Isuala, donde se forma una badina que se antoja de apetecible baño.