Pico de las Blancas  (2131 metros)
La sierra de la Madalena es un largo cordal recorrido por una pista que lleva hasta el refugio miliar de López Huici. Arranca desde el puerto de Borau y su trayecto es aceptable para realizarlo con esquís o raquetas de nieve, porque andando resulta demasiado larga y cansina. Hay otras opciones para subir a la parte superior del cordal, mas interesantes, como la aquí propuesta que saliendo de Canfranc pueblo permite una vuelta circular por los barrancos de Aguaré y de los Arones, para luego alcanzar la sierra por los pastos de la majada de la Azaña. En este día el objetivo de la salida fue la Punta de las Blancas, algo al sur de la cota principal del pico de la Madalena, con buen paisaje hacia los valles de Aísa y Aragón.

DATOS TÉCNICOS:
-inicio, en Canfranc pueblo, a 1050 metros de altitud.
-duración, en torno a las 6 horas en total.
-desnivel, 1050 metros de subida y bajada.

DESCRIPCIÓN:
hay varios sitios para dejar el coche y dar comienzo a la excursión, como en el pueblo de Canfranc o bien junto a un puente sobre el río Aragón sito algo mas al Norte. Allí sale una ruta de ascenso al embalse de Ip y también pasa el camino de Santiago procedente del puerto de Somport. En cualquiera de los casos se deberá caminar un rato por el margen de la carretera, la nacional 330 dirección Francia, hasta un poco antes de una gasolinera. Cruzar al otro lado con precaución para tomar el inicio del camino señalizado hacia el barranco de Aguaré.







No asustarse al ver la indicación de difícil para el camino que hemos tomado. La supuesta dificultad alude a un paso vertical equipado con clavijas y una cadena que ayudan a superarlo, una trepada sencilla al alcance de la mayoría pues la sensación aérea es mínima y el riesgo pequeño, además existen muchos apoyos en la roca aparte de los artificiales ya citados. Al comienzo, la senda deja a la izquierda el torrente de Aguaré a cuyo cauce nos podemos acercar, un corto desvío lleva hasta uno de los diques de contención del barranco por donde salta una cascada.









Varias lazadas permiten ganar altura con rapidez, entre avellanos y bojes que tienen la base del tronco cubierta con musgo. Vamos de momento por la orilla izquierda del barranco mientras salen varios desvíos que se dirigen a su cauce, con el indicador correspondiente en los cruces.







Mas adelante el pinar nos acompaña en la andadura por un camino de trazado claro y con las señales de pintura del PR, blancas y amarillas. Una umbría agradable para sobrellevar la cuesta que de repente cesa, incluso presenta un tramo en descenso hasta la orilla del barranco.







El vadeo del torrente no entraña mayor complejidad salvo en época de crecidas o en Mayencos. Un salto corto de una roca a otra y cambiamos de orilla, en un estrechamiento donde se forman badinas y saltos de agua que dan encanto al lugar. Pero no hay lugar para el encantamiento o ensimismamiento, pues el repecho que viene a continuación nos devuelve a la dura realidad. Una cuesta de piedra suelta hasta la base del resalte a trepar.







Serán ocho o nueve metros no del todo verticales con mucho agarre para manos y pies, incluyendo una cadena de hierro para apoyarse en caso de necesidad. Un paso que no es difícil ni comprometido, siempre que vayamos despacio y con la debida atención.







Arriba del resalte nos sorprenden varios abetos de gran porte, en una zona umbría y protegida del barranco de Aguaré. Crecen también hayas jóvenes por un camino que enseguida conecta con la pista, en un cruce bien señalizado.







Algo menos de hora y media para empalmar con la pista que sale de las afueras de Villanúa. La entrada a las praderas de Gabardito es inmediata. Un paraje idílico en cualquier época del año y el lugar con el que soñarán las vacas en sus establos de invierno. De hecho lo normal será encontrar a las reses paciendo libres en época estival. Una trocha con marcados surcos en la hierba sube hasta el visible refugio, pasando antes por un fresno solitario.









El refugio está abierto y se antoja un lugar propicio para tomar un refrigerio. El paisaje es amplio hacia el barranco de Ip y las montañas que lo custodian, la Moleta y Collarada; también veremos el macizo de Lecherines con el refugio militar de López Huici a sus pies. Las laderas de la sierra Madalena quedan justo por encima formando un circo herboso sobre el que se asienta la majada de la Azaña.







Una trocha ganadera se marca por encima del refugio hasta alcanzar la ribera del torrente de Azaña. Allí surgen dos opciones, o vadear el barranco y seguir por la otra orilla sin hacer caso al camino del GR-11.1 que asciende al refugio de Lopez Huici, o continuar por la trocha sin cambiar de margen de momento. Esta alternativa asciende por la tasca dejando a la derecha el pinar que crece junto al barranco. En la otra orilla veremos una caseta pastoril con el paisaje de fondo de los Lecherines y Tortiellas.





Si, como fue el caso, vamos por la margen derecha orográfica del barranco de Azaña, habrá que cruzar a la otra orilla en cuanto encontremos un lugar adecuado para vadear el torrente sin problema. Al otro lado buscar una traza de sendero que a media ladera asciende en paralelo y por encima del cauce. Es un camino usado por el ganado que sortea la vegetación de espino y enebro.







El barranco presenta un escarpe mas inclinado y angosto que nuestra vereda remonta por la derecha, por encima de un salto de agua. Aparecen muros de piedras protegiendo la senda cuando se cruzan varias barranqueras que afluyen al torrente de Azaña.







Llega el momento en que desaparece el rastro de senda, aunque no hay mayor problema en ascender cerca del reguero de Azaña hasta su majada. Una caseta de construcción moderna junto a la paridera o corral donde todavía aguantan los tapiales de piedra del cercado. La cabaña está abierta y sucia por dentro.







Desde la cabaña será decisión del montañero escoger la forma de ganar el cordal de la sierra Madalena. El que sus escribe remontó la ladera de tasca hacia el suroeste, en busca de una senda bien marcada que recorre la falda de la montaña en diagonal. El trazado es claro y se dirige a un collado que separa la punta de Chicovil de nuestro objetivo, la Punta de las Blancas.







Al cobrar altura las vistas mejoran y mucho hacia las praderas de Gabardito, al pico y Mallos de Lecherin, asomando en el paisaje el macizo del Aspe. No haría falta llegar hasta el collado de la Punta Chicovil pues es factible remontar la cuesta a la derecha del camino. Hay alambradas para el ganado que surcan la ladera, conectadas a un alternador con panel solar para que de garrampa tanto a las reses como a los montañeros despistados. Así que cuidadin al saltar la cuerda.









Alcanzado el cordal de la sierra veremos la pista de tierra que sale del puerto de Borau y sube al refugio militar. Junto a la misma se ubica una caseta, al pie del mogote herboso que es la cúspide de la Punta de las Blancas.







Sólo queda remontar la cuesta final hasta alcanzar el vértice geodésico de la Punta de las Blancas. Es una planicie herbosa con paisaje abierto hacia las dos vertientes aunque la cota más alta de la sierra, el pico de la Madalena, tapa un poco las vistas al norte. Aún así el panorama de montañas es amplio sobre la parte occidental del pirineo oscense, con el Bisaurín y Agüerri despuntando sobre el valle de Aísa.







La sucesión de relieves y sierras que se despliegan hacia el sur solo encuentran límite en el horizonte. La población de Villanúa y el perfil de la Peña Oroel son visibles desde la cima, así como la llamativa coloración de ocres y blancos en el macizo agreste de Tortiellas.









Una alternativa por si vamos con fuerzas y tiempo consistiría en recorrer el cordal hasta el Pico de la Madalena, donde el paisaje sin duda mejoraría al Norte, para luego descender por el hombro este de la montaña en busca de la majada de la Azaña. No parece que existan dificultades reseñables en ese periplo que añadiría interés a la ruta y alargaría la jornada. Este día se retornó a la majada de Azaña por la misma vía de subida.







En el regreso desde la pradera de Gabardito a Canfranc pueblo tenemos la variante de bajar por el barranco de los Arones, un camino que tiene una pendiente menos acusada que la del barranco de Aguaré. Se trata de avanzar por la pista donde crecen unos pinos royos o albares de tronco robusto y copa retorcida, de color anaranjado en las ramas superiores.







La pista traza varias revueltas de fuerte inclinación bajo la umbría de un bosque donde crece un abetal cerrado, tanto a los rayos del Sol como a ser acompañado por otras especies. Los abetos se han adueñado de esta parte del bosque hasta para dar nombre a una fuente que se halla al lado de la pista, la fuente de los Abetazos.









Durante la bajada por la pista, sobre todo en la parte superior mas cercana a la majada de Gabardito, hay en el lindero una alambrada electrificada para mantener a raya al ganado. Tras la fuente cruzamos el barranco de los Arones a pata, un vadeo sin dificultades pues no suele bajar mucho caudal. Aluego estar atentos al poste indicador que señala el camino de descenso a Canfranc, abandonando la pista que lleva a Villanúa.







La senda baja através del pinar mientras por la izquierda sale un desvío indicado al barranco de los Arones. Un pasillo entre bojes de gran altura, en un tramo de menor pendiente, nos lleva hasta un saliente rocoso con vistas a Canfranc pueblo. Aquí también llega un camio procedente de Villanúa, como indica una señal, y otro que desciende hacia el sector cueva de la Paja.









Una pared de roca caliza se alza junto al camino. De su interior brota un manatial de agua por un pequeño agujero, es la fuente de la Pajeta que servidor siempre ha visto seca. Debe ser necesario pasar en época de lluvias o deshielo para abrevar de la surgencia.







La parte final del recorrido transcurre bajo la sombra del pinar, un descenso cómodo a base de lazadas que conviene no atajar a fin de mantener limpio el sotobosque. Aparece alguna marca de pintura del GR en un camino que se acerca al barranco de los Arones.







Cerca del barranco, y como puede verse bien indicada, hay una pared donde adiestrarse en el arte de la escalada. El torrente se encuentra canalizado con varios resaltes cementados por los que se descuelgan cascadas. El sendero cruza el barranco por uno de esos diques de contención y prosigue en descenso por la otra orilla.







Unas escaleras en estado precario salen por la derecha del sendero. Bajan a un vivero abandonado a su suerte, que es el olvido, a pesar del empeño y gusto que pusieron sus creadores a la hora de diseñar unos parterres abancalados con sus tapiales de separación, formando un conjunto de los mas aparente. Ahora el jardín se camufla en el bosque y pronto será colonizado por plantas y arbustos espontáneos.







Cerca ya de la carretera, el camino tuerce a la izquierza en un cruce, pasando entre unas campas de hierba y varias bordas pastoriles. En concreto, este día, un rebaño de ovejas se agrupaba dentro de un redil electrificado.





El comienzo de la senda desde la carretera está indicado por un poste del GR-11.1, estimando la subida a Gabardito en dos horas, tiempo algo exagerado como habremos podido comprobar. La excursión concluye en Canfranc pueblo, por una calle alargada entre apartamentos vacíos que desemboca en la plaza del ayuntamiento y de la iglesia, junto a un vagón clásico del Canfranero.