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- Hora de salida: 9
- Hora de llegada: 12
- Meteorología: Sol
- Dificultad: Bastante facil
- Días: 1
- Tipo: Ascensión
- Gps: Sin fichero GPS
- Ver panorámicas
Peñón de la Mata (1670 metros)
SITUACIÓN:
* Unidad: Sierra de Cogollos.
* Población más cercana: Cogollos-Vega (Granada).
* Cartografía: SGE. Serie L. Hoja 19-41 (1009) "GRANADA".
¿DÓNDE ESTAMOS?: Al norte de la ciudad Granada y frente a Sierra Nevada, se elevan una serie de sierras calizas que forman un conjunto caótico de peñas y crestas sobre el extenso pinar. La más alta y conocida de estas alineaciones es la Sierra Harana.
El Peñón de la Mata corona la más modesta Sierra de Cogollos y es bastante renombrado a nivel local pese a su modesta altitud. Y no es extraño: su silueta aguda llama la atención desde bastante lejos. Se trata de una peña caliza, en forma de barca invertida, de más de 200 metros de alto que se destaca sobre un cerro romo de altas laderas.
El terreno es árido; sólo un pasto raquítico y algún matorral espinoso crece en los espacios que dejan el pedregal y las peñas. Otras cumbres tienen pinos trepando por sus laderas pero no es este el caso de este Peñón de la Mata, lo que es otra característica que le diferencia.
ACCESO: Cogollos-Vega es un pueblecito situado a unos 20 km. de Granada. Según se entra en él y tras cruzar un puente, sale a la derecha una calle en cerrada curva, que casi me obligó a hacer maniobra, indicada como ?ruta del Peñón de la Mata?. La calle, de cemento, es empinada y gana altura con rapidez trazando lazadas. Luego sigue horizontal, transformándose en pista de tierra entre casas aisladas. Al cabo de unos 2,5 km., sale a la izquierda otro carril practicable para turismos, que entra en un olivar bajo el Peñón de la Mata, que ya se ve entre los árboles. A partir de aquí, puede dejarse el coche (la pista muere poco después junto a una casa).
ITINERARIO: Zona de Cerro Nevado ? rellano al pie de la arista oeste - Peñón de la Mata - canal cara sur - zona de Cerro Nevado.
FICHA TÉCNICA:
* Desnivel: Unos 500 metros.
* Tiempo: Unas 2h15, en total, sin contar paradas.
* Dificultad: Poco Difícil. Unos 150 metros de arista. Varias trepadas cortas, hasta II+.
COMENTARIOS: Fui aquí sin saber casi nada de este pico, aparte de su situación y altitud y que había una senda que subía desde Cogollos (así, sin más detalles). De hecho, he reflejado la ascensión tal cual pero, si volviera, no tomaría esa pista para aproximarme sino otra, que debe salir de la otra punta del pueblo, que me encontré en ladera sur del peñón al salir de los huertos, de donde arranca la senda de la ruta normal.
La trepada por la arista oeste es entretenida y transcurre por roca fastuosa, con bastante gas y un paisaje impresionante. La dificultad es discontinua, concentrada en tres pasos cortos, con tramos de ?descanso? entre ellos; por tanto, no creo imprescindible el seguro salvo para quien tenga muy poca soltura trepando. Además, creo que saliéndose del filo puede hacerse más fácil? ¡pero no sería igual!
DETALLES: Empecé a caminar por la pista por donde había llegado hasta su final. Continué entonces pendiente arriba, atravesando huertos, siguiendo camino cuando había y pasando alguna verja. Unos perros me dieron un buen susto pero estaban atados. Al cabo de unos minutos, me encontré una cancela que da paso a una pista que recorre horizontalmente la ladera de la sierra por el límite superior de la zona de huertos. De ahí debía haber salido? pero de todas formas, ahí estaba: ante mí, se levantaba el rocoso Peñón de la Mata; en medio, una ladera de hierba y pedregal no muy empinada. Comencé a subir por ella, por donde me pareció más cómodo. Al poco, me encontré una clara vereda que sube en diagonal a la derecha (NE). Tomándola, fui ganando altura suavemente bajo la pared caliza. Tras un cambio de dirección al noroeste, la senda me llevó cerca de la cresta de la sierra, a la altura de un rellano al pie del extremo occidental del propio peñón.
Aquí, la hermosa arista que se elevaba ante mí me tentó de forma casi irresistible, así que me salí del camino, que vuelve a irse al noreste, para encaramarme a la izquierda a unas rocas que sobresalían del lomo de la sierra. Desde allí, estudié la arista el tiempo de deglutir una barrita energética: aunque no se veía completa, tenía pinta de accesible, con buena roca y bastantes escapes en caso de verme bloqueado en un paso. Acabado el piscolabis, decidí que la cosa podía abordarse y me puse a ello.
Tras cruzar el rellano, ataqué la cresta por una chimenea de su flanco izquierdo (N), que empieza suave y se empina enseguida pero sin llegar a ser vertical y con muchas presas (I). Al cabo de unos 25 metros, me fui al borde izquierdo para seguir por unas placas con mucha fisura, llegando al cabo de otro tanto a la culminación de la chimenea. Para salir, tuve que superar un desplome de unos 3 metros, con mucho patio debajo pero con presas fastuosas (II+). Precisamente sacando este paso, escuché unos ruidos sobre mí; al levantar la cabeza, vi una cabra montesa mirándome fijamente a 3 ó 4 metros. Con tiento, eché mano a la cámara y saqué una foto al sorprendido animal.
Sigue un lomo de caliza de mediana inclinación, ancho pero aéreo, que recorrí por su mismo filo, pese a ser evitable por los lados... iba encantado de la vida. Colgado sobre el considerable patio que llevaba a la izquierda, un considerable grupo de cabras hacía equilibrios sobre el vacío. Parece que la población es abundante y se refugia en esta zona del peñón buscando tranquilidad. Y de pronto... ¡sorpresa!: la arista se hace horizontal, se ensancha y surge, partiéndola en dos, una gran sima en pleno lomo. Tras dudar, la rodeé por su borde derecho: un pasito horizontal y muy estrecho que me llevó a una placa muy inclinada pero con buenas presas (II-). Tras ella, accedí a otra sección de arista aérea y regular.
Más arriba, hay un tramo llano y muy estrecho, donde varios cortes en la roca me obligaron a alargar los pasos con decisión hasta encontrar la última dificultad: un escalón panzudo de unos 15 metros, de problemática trepada. Pero, a la derecha, una chimenea permite superarlo con facilidad, así que gané su base mediante una travesía corta pero expuesta hacia ese lado (II). Luego, me di cuenta de que perdiendo algo de altura por la derecha de la arista, se puede le alcanzar caminando... pero bueno, ya estaba hecho. La chimenea en sí es fácil al principio (I) pero tiene, a la salida como la primera, otro resalte lleno de presas pero con el borde superior ligeramente extraplomado (II+). Tras este último tirón de brazos, eché un vistazo atrás, a la arista que acababa de recorrer. Finalmente, terminé de subir caminando para ir a salir al fondo de una especie de trinchera natural de roca, con un bloque empotrado en sus bordes superiores.
Por tan curioso pasillo, que se ve a mi espalada en la foto de cumbre, volví a salir a cresta, a pocos metros de la cumbre; mejor dicho, cumbres: dos rocas, separadas por unos 30 metros de cresta rocosa, compiten por ser el punto más alto. No hay hito. A vista y tras visitar ambas, creo que la del lado oeste (la primera llegando de la arista) es ligerísimamente más alta. Las vistas son amplias, destacando la larga loma de Sierra Nevada, un tanto velada ese día, y la vega muy abajo.
Emprendí la bajada alcanzando la punta oriental, donde unos hitos y el extremo de una senda indican claramente la ruta. Descendiendo al este por una pendiente de hierba, me encontré con un numeroso grupo local; no conocían la cresta por donde había subido pero me comentaron que van a poner un belén en la cumbre y cantar villancicos, tras dar cuenta del anís y los polvorones que llevan. Me invitaron. La tentación era fuerte pero tenía que conducir de vuelta a Madrid y no creí que fuera lo mejor hacerlo tras un fiestorro (que me conozco...). Una pena pero gracias, de nuevo.
En un momento de la bajada, desaparece la senda bajo los cantos de una breve pedrera pero unos hitos marcan el camino a seguir. Poco más abajo, ya de nuevo atravesando pastizal, la senda cambia de dirección al suroeste y se lanza a descender una canal herbosa, corta pero empinada, de las de ir tocando el freno. Tras ella, al moderarse la pendiente, pude relajar el paso. La senda me fue llevando bajo pared que sostiene la arista oeste hasta llegar al rellano donde había comenzado la trepado. Obviamente, este camino era el mismo por donde me había aproximado al peñón, así que, de nuevo en terreno conocido, volví hasta donde había dejado el coche deshaciendo el itinerario de subida.