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"La primera web con los 215 tresmiles descritos por sus usuarios"
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- Hora de salida: 3
- Hora de llegada: 10
- Meteorología: Sol
- Dificultad: Dificultad media
- Días: 2
- Tipo: Ascensión
- Gps: Sin fichero GPS
- Sin panorámicas
Nevado Pisco (5752 metros)
Estamos en Huaraz, el Chamonix de los Andes, a algo más de 3000 metros de altitud. Aprovecharé mi estancia de algo más de dos semanas en el Perú para ascender una montaña de la Cordillera Blanca, sino el más, uno de los macizos más bestias e impresionantes de los Andes.
Mi amigo Joan estaba viviendo Lima temporalmente y como compartimos esta pasión por el alpinismo me invitó a pasar unos días allí y yo, obviamente, acepté. Una oportunidad así no se podía desaprovechar. La suerte que tuve es que como él ya llevaba tiempo allí cuando yo fui, pudo organizar las dos actividades que hicimos sin necesidad de agencias por lo que nos ahorramos bastante dinero.
La primera parte de ''las vacaciones'' la dedicamos a hacer un trekking alternativo por la cordillera de Vilcanota. Digo ''alternativo'' porque no tuvo nada que ver con el Inca Trail, donde la clientela va acompañada de guías, montadores de carpas y cocineros que se lo dan todo hecho durante el recorrido hasta Machu Picchu. Fueron 6 intensos días donde salimos de Cachora, pasando por Choquequirao, los recónditos pueblos de Yanama y Totora, para acabar en Machu Picchu. Sin palabras. Fue una semana increíble ya que estuvimos en sitios totalmente perdidos, donde el taxi más cerca podías cogerlo no sin antes caminar 3 días. El dato más claro es que, desde que salí de casa hasta que me puse a caminar hice 5 horas de tren de Tarragona a Madrid, 12 horas de avión de Madrid a Lima, 15 horas de bus de Lima a Abancay y 2 horas de taxi de Abancay a Cachora, total nada!!
La ruta en cuestión fue muy bien para familiarizarse con la altura ya que durante esos días nos mantuvimos a una altitud media de unos 3000 metros, pasando de 1500 a 4600 en apenas dos días. Nunca había estado tan alto y se notaba bastante el aire enrarecido. Si llegué a reírme yo del mal de altura desde el sofá de casa...
Montaña: Nevado Pisco
Altitud: 5752 metros
Localización: Cordillera Blanca, Andes (Perú)
Desnivel: primer día 700 metros, segundo día 1152
Material necesario: ropa contundente de abrigo, botas rígidas, piolet, crampones, cuerda y un par de estacas de hielo
Dificultad: pared de hielo de unos 60º de inclinación a mitad de camino que conviene asegurar tanto en la subida como en la bajada. Aclimatación previa necesaria
A la vuelta del trekking y de pasar una noche en la preciosa ciudad del Cuzco, volamos a Lima, descansamos, lavamos ropa durante el día que estuvimos allí y por la noche cogimos un bus de línea que nada tenía que envidiar a los de aquí. Eso sí, tardamos 8 horas en recorrer 300 kilómetros hasta llegar a Huaraz ya que las carreteras y el transporte no son el fuerte de este país suramericano.
En Huaraz pasamos un par de noches, hicimos turismo, compramos cuatro cosillas y sin darnos cuenta estábamos volviendo a aclimatarnos ya que Lima está a nivel de mar y aquí estamos a algo más de 3000 metros. Nos encontramos con Nemio, el guía con el que Joan había contactado previamente desde Lima, decidimos qué cima atacar y empezamos con los preparativos de ''la expedición''. Acordamos intentar el Nevado Pisco que, aunque no es una de las cimas más altas de la Cordillera Blanca, tiene una de las mejores panorámicas de la zona ya que está situado entre los picos más espectaculares y al no ser técnicamente muy difícil, tendremos muchas opciones de hacer cima cosa que, ya que estamos aquí, es lo que interesa, para qué engañarnos. El nombre de Nevado Pisco viene del licor típico del Perú, una especie de aguardiente de uvas de bastante graduación. Por lo visto la expedición que coronó la cima del Pisco por primera vez lo celebró a lo grande con este licor y cogieron una turca... así que ya se quedó con ese nombre.
Después de la segunda noche, desde Huaraz cogimos una combi hasta Yungay, pasando por Carhuaz y Camposanto. Tardamos algo más de una hora ya que son 60 km y éste no es el medio de transporte más rápido aunque dentro de lo que cabe es bastante cómodo. Una combi es el medio de transporte más utilizado en la zona: es una furgoneta/monovolumen cargada de gente hasta los topes (fácilmente entre 20 y 25 personas) que va parando donde previamente hayamos pactado con el conductor. Es necesario acordar el precio antes de emprender el viaje para evitar sorpresas desagradables ya que hay mucho espabilado que nos querrá cobrar más de lo que estamos dispuestos a pagar. Si lleváis mochilas un poco voluminosas las pondrán en el techo: aunque parezca que en la primera curva os tendréis que despedir de ellas no os preocupéis, los chóferes saben lo que hacen y llegan vivan a su destino.
Una vez en Yungay no nos entretuvimos y cogimos un taxi que nos llevó a Cebollapampa. El viaje dura cerca de hora y media y nos adentra en el Parque Nacional de Huascarán, donde tendremos que pagar unos 20$ para acceder a éste y poder practicar alpinismo. Transcurre por una pista en buenas condiciones para como tratan los coches allí y durante el viaje pasaremos junto a la preciosa Laguna de Llanganuco, un lago de unos colores azules verdosos increíbles.
El taxi es otro medio de transporte utilizadísimo en todo el país ya que éste es bastante más cómodo que las combis y resulta fiable y barato. Una vez más, es obligatorio pactar el precio previamente al viaje con el taxista para evitar alguna que otra pelea verbal.
Llegamos a Cebollapampa, a 3900 metros, y contratamos los servicios de un arriero para que nos subiera las mochilas, tienda, sacos y comida de tres personas para tres días. Aquí empezamos a ver la majestuosidad de las cimas que nos rodean, con el imposible Chacraraju, el Chopicalqui o el coloso Huascarán. Los glaciares y las morrenas empiezan a dejar a uno sin palabras y no se puede evitar pararse cada 2 minutos para contemplar el paisaje. Uno no está acostumbrado a ver esto en vivo.
Subimos muy despacio ya que, ahora sí, la altitud empieza a notarse en serio, mañana haremos el ataque y no podemos quemarnos físicamente. Así pues, en 2 horas llegamos al Campo Base, a 4600 metros, donde descansaremos, comeremos, nos hidrataremos y pasaremos la noche. La anécdota por mi parte fue que al clavar las piquetas de la tienda hice un mínimo esfuerzo de brazos: al levantarme se me iba la cabeza. Fue cuando me di cuenta que el soroche no es ninguna tontería. Pasamos el resto de la tarde tirados a la bartola en el campo base. Éste está a 5 minutos del Refugio Perú. No llegamos a entrar pero por lo que nos comentó Nemio es uno de esos refugios-hotel donde una sopa te cuesta no menos de 12$, por lo que desde el principio ni nos planteamos hacer noche allí ya que en nuestra tienda estamos sumamente cómodos.
A mitad de la tarde y en plena siesta un estruendo nos despertó: era un alud. Por suerte nos quedaba bastante lejos pero pudimos verlo y oírlo perfectamente. De hecho estaba justo encima nuestro. Por lo visto, con el sol que estaba pegando ese día, parte del glaciar que hay colgado en los Huandoys se desprendió sobre la morrena que hay justo debajo suyo. No pasó de un ''susto'' pero fue impresionante verlo. Y así fue como hacia las 6 de la tarde hicimos la cena y comimos algo para meternos en los sacos hacia las 7. No fue difícil coger el sueño aunque teóricamente con la altitud cuesta más dormirse. Por suerte, no fue mi caso. Dormimos unas cuantas horas y pudimos descansar bastante bien.
A las 2 de la mañana sonó el despertador pero hasta que salimos del saco pasaron 20 minutos. Desayunamos, nos vestimos y a las 3 nos pusimos en marcha. Por abajo yo llevaba puesto mallas térmicas interiores y pantalón de nieve y por arriba camiseta térmica, camiseta normal, forrillo, forro y anorak; total nada!! En extremidades doble calcetín y doble guante y en la cabeza pasamontañas y gorro.
Al ponernos a caminar yo llevaba una pájara increíble, mezcla de sueño y de los efectos de la altitud, ya que partimos de 4600 metros y era totalmente de noche. Al ir con Nemio, nuestro guía, ni nos planteábamos qué ritmo llevar y cuál era el camino a seguir así que, dormidos Joan y yo, avanzábamos a buen ritmo. Las dos primeras horas transcurren por una morrena glacial de colosales dimensiones. Por suerte todo este tramo por el que se camina entre miles de piedras se hace de noche ya que si esta parte hay que hacerla de día, como es el caso de la bajada, se hace interminable y no ves el final. Es horrible!!
Pasamos por el Campo Morrena, que es otra zona donde acampar situada por encima del Campo Base y antes de entrar en el glaciar. Poca gente hace noche aquí ya que, aunque ganas casi 2 horas, los burros que portean no pueden llegar ya que hay que atravesar toda la morrena. Llegamos al glaciar y nos encordamos ya que más arriba hay zona de grandes grietas muy profundas. Nos da la sensación de que el ritmo que llevamos es muy bueno y Nemio nos lo confirma. En menos de tres horas estamos en pleno glaciar y el día, por fin, empieza a clarear. Al estar tan cerca del ecuador el sol sale con muchísima más velocidad que en España y en 10 minutos ya es de día. Aunque aún estamos a la sombra, la luz del sol es una bendición ya que es lo que necesitábamos para acabar de despertarnos. Hay huella abierta y Nemio se sabe el camino de memoria por lo que seguimos avanzando a muy buen ritmo y hasta adelantamos alguna cordada que también se dirige al Pisco.
Llegamos al punto clave de la ascensión, una pared de unos 60-70 grados de inclinación de hielo puro con alguna grieta intermedia de esas que da respeto. Al llegar al pie el muro impresiona y más al ver que un cliente oriental decide darse media vuelta con su guía, pero nosostros llevamos más de 4 horas de travesía y a pesar del esfuerzo nuestros pulmones están respondiendo. Bebemos un poco y Nemio, decidido, escala el muro. Al llegar arriba clava una estaca de hielo y asegura nuestra subida. Se podría hacer perfectamente sin cuerda pero para principiantes como yo en este tipo de terrenos se agradece salvar este obstáculo estando encordado.
Sin darme cuenta, debí hacer un sobreesfuerzo al escalarlo ya que al llegar arriba empezaron los sofocos. Estamos a unos 5300 metros y ya sufro, y en serio, los efectos de la altitud. Cada vez me cuesta más respirar, doy 10 pasos y el corazón se me acelera a un ritmo alarmante, me quedaría dormido de pie y empiezo a tener ganas de vomitar. Lo dicho, estando en casa me reía yo del mal de altura. Ya me vale.
La última parte de la ascensión fue un suplicio y un sufrimiento para mí. Nemio está acostumbrado a estas cosas y es su medio de vida por lo que no le afecta nada la altitud y Joan se ha aclimatado mucho mejor que yo. Tengo que parar cada minuto a coger aire para que el corazón baje el ritmo porque tengo la sensación de que se me va a salir por la boca en cualquier momento. En dos o tres de esas paradas les digo que abandono, que no puedo, pero ellos, sumamente pacientes conmigo, ni me fuerzan a que me quede ni me animan a seguir, dejan la decisión en mis manos y en todo momento se quedan a mi lado. Eso me dio fuerzas. Y encima ya vemos la cima desde el tramo que nos queda. Tiro de fe y al rato, llegamos. Joder, qué mierda, cómo ha costado. No puedo evitar que se me escapen un par de lagrimillas de la tensión por el esfuerzo que ha habido que hacer pero qué coño, ha valido la pena!! He pasado de los 3000's a los 5000's sin pisar un 4000!!
La cima es del tamaño de un helipuerto y lo mejor es no asomarse mucho ya que estamos rodeados de cornisas de hielo. Hemos tardado 7 horas en hacer la ascensión desde el Campo Base aunque podían haber sido 6 si no hubiese sido por mi empanada. Seis horas y media es el tiempo que se suele usar como referencia. Hace un día espectacular, ni una nube y estamos los 3 solos en la cima: más no se puede pedir. Fotos, felicitaciones, disfrute de las vistas, algo de hidratación y en 20 minutos largos iniciamos el descenso.
A pesar de tener que notar que los síntomas del mal de altura disminuyen durante el descenso me sigue doliendo la cabeza y no tengo ganas de comer ni de beber. Llegamos al muro y rapelamos la bajada, que se hace especialmente cómoda. Nemio vuelve a tirar de decisión y lo desescala para no tener que dejar allí la estaca. Al salir del glaciar hacemos una paradita técnica (picar algo y beber) y ahora ya sí no puedo evitarlo y me quedo frito. Fueron sólo 10 minutos pero los disfruté como un crío. Queda quizá lo peor del día: atravesar toda la morrena que hemos cruzado de noche. Mientras la cruzamos oímos como de las paredes de los Huandoys caen rocas y trozos de hielo, como buen glaciar que está en continuo movimiento, pero no vemos de donde viene tanto ruido y como retumba ya que estamos a los pies de un inmenso circo, es una sensación que impresiona.
Cruzamos la morrena y Joan y Nemio llegan una media hora antes que yo a las tiendas. Yo llego sobre las 4 de la tarde aún con dolor de cabeza y bastante cansado. Ellos ya planean lo que van a cenar. Yo no: en media hora estoy ''en pijama'' y dentro del saco y ya no me voy a despertar hasta del día siguiente. ¿Lo mejor del día? Las más de 14 horas que dormí de un tirón para recuperarme. Y al día siguiente, como nuevo.
- Llegamos a Cebollapampa, una llanura entre glaciares a 3900 m
- En el Campo Base estamos a los pies de nuestro objetivo, el Nevado Pisco
- Bonita imagen del Huascarán al atardecer
- Al entrar en el glaciar nos encordamos
- Y al salir el sol vemos el panorama que nos rodea. Impresionante...
- Éste es el muro de hielo de 65º que tenemos que superar
- Mucho ojito con las grietas
- Con una pájara del 15
- ¡A 5752 metros!
- Por fin en la cima
- Los Huascaranes, 6768 y 6664 m
- El Chopicalqui, 6354 m
- El imposible Chacraraju, 6112 m
- Los Huandoys, 6395 y 6000 m
- Quitaraju, Alpamayo y Artesonraju
- Nemio desescala el muro; nosotros lo habíamos rapelado
- Y ahora falta lo más pesado, atravesar la morrena
- Ya en el CB, cartelito indicador que no habíamos visto a la subida por ser de noche
- Mañana será otro día...