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- Hora de salida: 9
- Hora de llegada: 14
- Meteorología: Sol
- Dificultad: Muy facil
- Días: 1
- Tipo: Trekking
- Gps: Sin fichero GPS
- Ver panorámicas
Cerro de la Camorca (1814 metros)
SITUACIÓN:
* Unidad: Macizo de Siete Picos.
* Población más cercana: Valsaín (Segovia).
* Cartografía: Ed. Alpina, hoja digital "GUADARRAMA".
¿DÓNDE ESTAMOS?: El Cerro de la Camorca es la culminación de un cordal que se proyecta al noreste de Montón de Trigo, cerca de Siete Picos, nudo central de la Sierra de Guadarrama. Separa las cuencas de los ríos Eresma y Milanillos en medio del enorme mar de pinos de la vertiente segoviana y es uno de los mejores miradores de toda la sierra; sin embargo, su altitud modesta y figura poco vistosa hacen de esta cumbre un lugar relativamente poco conocido y frecuentado.
ACCESO: Valsaín se encuentra junto la carretera que une Madrid y Segovia por el Puerto de Navacerrada. Al pasar Pradera de Navalhorno (75 km de Madrid y 15 de Segovia), hay que tomar un desvío que sale al noroeste y que, al cabo de menos de un kilómetro y tras cruzar el puente sobre el Eresma, nos lleva al pueblo.
ITINERARIO: Valsaín - Cruz de la Gallega - Peñas Lisas - collado 1.669 - Cerro de la Camorca - Pradera de la Fuenfría - Fuente de la Reina - Arroyo del Minguete - Río Eresma - Valsaín.
FICHA TÉCNICA:
* Desnivel: Unos 650 metros acumulados.
* Cota mínima / máxima: 1.180 m / 1.814 m
* Tiempo: Unas 4h15, en total, sin contar paradas.
* Dificultad: Ninguna. Itinerario por caminos.
COMENTARIOS: Caminata para echarle una mañana larga por parajes bonitos. Incluye bosque, con y sin río, caminos históricos y cumbre modesta pero con bonitas vistas. Todo el tiempo por pista o camino muy bien acondicionado, está al alcance de cualquiera que asuma el esfuerzo.
ADVERTENCIA: Las fotos, evidentemente, proceden de varios días.
DETALLES: Tras aparcar el coche junto a la plaza de toros de Valsaín, comencé a caminar subiendo por la calle que la deja a la derecha. Por ella salí de las casas y, cuando acabó, proseguí en la misma dirección por un ancho camino de tierra que sube bajo unos hermosos robles, llevando una valla a la izquierda. Al poco, me encontré con una carretera, cerrada por una barrera poco más allá. Tomándola a la izquierda (O) continué la subida entre robles hasta llegar a la Cruz de la Gallega, cruce de caminos en el mismo cordal de la Camorca. Todavía estaba muy clara la mañana y podía ver la cresta horizontal de los Siete Picos recortada al fondo del gran cuenco del pinar del Valsaín. Más a la izquierda, unas nubes bajas ocultaban Peñalara y las alturas de la Cuerda Larga, sobresaliendo de las mismas sólo las siluetas de los edificios de la Bola del Mundo.
En la Cruz de la Gallega, tomé la pista asfaltada de la izquierda (S), que comienza a recorrer el cordal, cerca del lomo y por su vertiente oriental. Según avanzo, ganando altitud muy poco a poco, van apareciendo pinos entre los robles hasta igualarlos primero y terminar sustituyéndolos. El bosque era ya pinar cuando llegué a un claro en un amplio collado, Peñas Lisas, donde la pista asfaltada se cruza con otra de tierra. Esta corresponde al viejo trazado de una calzada romana, de cuyo firme no queda rastro en esta zona.
Tomándola a la izquierda, continué siguiendo el cordal, un poco por debajo del lomo pero ahora por el lado oeste. Rodeando Cerro Pelado, pasé junto a una pequeña fuente con caño y pila. Cerca del collado de Navalpinganillo, sale una pista a la izquierda que se encarama al mismo pero yo continué por la que llevaba. Más adelante todavía dejaría atrás otros dos desvíos menos claros a la izquierda, hasta llegar a un cuarto, bajo el collado 1.669, inmediato por el norte al Cerro de la Camorca [ver la 2ª foto]. Tomándola, esta pista me condujo ladera arriba, dando un rodeo por las vertientes oeste y sur del cerro. Cuando se abría un claro entre los pinos, podía ver a mi derecha la infinita llanura castellana, amarilla, monótona, interrumpida sólo por las manchas difusas de Revenga, Segovia... Finalmente, llegué a una pradera despejada con un par de casetas y una antena: la cumbre del Cerro de la Camorca. Una de las casetas es el pequeño y coquetón Refugio de la Camorca. Las vistas alrededor, con el gran pinar de Valsaín rodeado por un arco de crestas que va de Peñalara a la Mujer Muerta, son impresionantes pero como para describirlo ya hay una panorámica, sigamos con la ruta.
Tras un ratito en la cumbre, comencé el regreso, tomando una pista que sale al este y entra en el pinar. Según bajaba, fue girando gradualmente a la derecha hasta tomar dirección sur y llevarme hasta la Pradera de la Fuenfría, amplio prado donde se elevaba la antigua venta, cuyos cimientos excavados pueden verse en su extremo suroeste, bajo la mole del Montón de Trigo. Este rellano es también cruce de caminos, donde volví a encontrarme tanto con la calzada romana, como con la pista asfaltada de la cruz de la Gallega, que se unen aquí en un trazado único. Tomándolo a la izquierda (S), llegué enseguida a otro cruce junto a una fuente, la de la Reina. Tomando el ramal de la izquierda, que es por donde sigue el asfalto, me dirigí al este. La carreterita va perdiendo altura, atravesando un hermoso pinar, poblado de helechos secos entre los árboles. Al poco, se cruza el Arroyo de Casarás y, al cabo de un ratito, un segundo curso de agua: el del Minguete. Es el momento de dejar el asfalto.
Al lado mismo del puente sobre el Arroyo Minguete, sin llegar a cruzarlo, tomé un camino ancho de tierra que sale a la izquierda para seguir la ribera oriental del riachuelo. Bajando suavemente bajo los pinos, me fui separando del río. Durante este tramo, pasé por algún claro cubierto de una hierba verde brillante que, contrastando con los tonos mates de los pinos y los helechos secos, invitaba a tomarse un buen descanso. Además, las nubes habían empezado dejar huecos por donde se colaba un sol tibio que hacía la tentación más fuerte. Pero continué bajando a través del bosque, dejando atrás varios desvíos, algunos más claros y pisados que el propio carril que seguía. De esta forma, manteniendo el camino, me encontré con el río Eresma, muy cerca del Puente de los Vadillos. Es este un lugar encantador, donde el pinar se encuentra con la vegetación de ribera, produciendo una explosión de color en torno al agua rápida y clarísima. Un paraje fluvial demasiado perfecto para ser real, pero que lo es.
Comenzaba ahora la parte final del recorrido, consistente en ir siguiendo el Eresma en su descenso hasta Valsaín. Para ello, seguí un viejo camino de pescadores, mandado acondicionar por Carlos III con elementos de contención, empedrado, etc. De todas formas, la obra es lo suficientemente discreta para que se mantenga el encanto natural durante todo el recorrido y lo mismo puede decirse del par de puentes junto a los que se pasa: construcciones útiles pero armoniosas con el entorno, pasaron a formar parte de él, completándolo en vez de anularlo. Este camino sigue la ribera izquierda (O) del Eresma y su arranque se ve muy claramente junto al Puente de los Vadillos, además de estar marcado por un gran mojón de piedra. La andadura es tranquila y amena. Al pasar por las inmediaciones de la Boca del Asno, donde el río entra en una garganta entre roca, aparecen unas estacas pintadas de blanco que marcan el camino, absolutamente innecesarias salvo para guiar a la pléyade de domingueros que invaden este lugar y que me hacen acelerar el paso para dejarlos atrás cuanto antes. Ni siquiera me asomé a ver la parte más estrecha y espectacular de la garganta desde las barandillas que queda a pocos metros a la derecha del camino.
Si en algún sitio está poco claro por dónde seguir, sólo hay que recordar que no se debe abandonar la orilla izquierda y que, si alguna vez hay que separarse del cauce, se vuelve al mismo a los pocos metros. Precisamente, uno de esos momentos es el paso por la Boca del Asno, en que, tras pasar junto a un puentecillo, la senda me elevó bastante sobre el cauce para franquear la garganta, volviendo a acercarme una vez pasada la zona rocosa. Durante el tramo final de la bajada, pasada la Boca del Asno, pasé junto a otro puente de piedra, conocido como el Romano y un área recreativa que queda en la otra orilla, la de los Asientos. La llegada a Valsaín se presiente cuando los robles empiezan a sustituir a los pinos y aparece de pronto el curioso Puente de los Canales, sobre el que pasa un curioso acueducto de troncos ahuecados sobre grandes pilares de sillería. Se trata de otro de los parajes notables del recorrido que, como habrás visto a estas alturas, está lleno de ellos.
A la izquierda (O) del Puente de los Canales, encima de una breve cuesta de hierba, hay una valla con cancela; por ella, se entra en el extremo meridional de la gran pradera de Valsaín. Atravesé la puerta, alcanzando enseguida el final de la cuesta y entrando en el mencionada herbazal, amplísimo, rodeado de robles de gran porte y con las crestas serranas al fondo. Lo atravesé por donde me pareció, hasta distinguir la otra cancela, la del norte, que da paso al pueblo, cerca de la plaza de toros, donde había dejado aparcado el coche.
REPETICIÓN del 10/02/2008: En un día muy soleado, con poca nieve pero la suficiente para encontrar cristal en las umbrías, repetimos este paseo Alfredo, Jorge y yo. Salimos a las 9:15 de la mañana y las 14:15 estábamos en el coche, camino del consiguiente chuletón. Poco que añadir ya que un par de recortes y variantes al cambiar un camino por otro, apenas variaron finalmente el tiempo ni el esfuerzo empleados.