Conquista y leyenda
Cuenta la leyenda que donde ahora se alza el todopodesoro Monte Perdido, otrora habían pastos verdes donde los pastores llevaban a pastar su ganado.
Fue allí precisamente donde una tarde cualquiera estaba un pastor con su perro y rebaño, comiendo de su zurrón cuando se le acercó un mendgi muy pordiosero, pidiéndole algo de comer. El pastor, que no tenía muy buen corazón, se desentendió de él.
Tras negarle bocado, la zona quedo inmersa en una espesa niebla y el cielo azul se convirtió en nubes que empezaron a descargar. Perro, pastor y ganado se perdieron y nunca más se supo de ellos.
Los lugareños afirman que donde se perdió el pastor apareció una gran montaña, compuesta de rocas y hielo, como el corazón del pastor.
El Monte Perdido siempre ha sido una referencia y un punto de destino
de muchas miradas de pirineistas.
La primera ascensión conocida tuvo lugar en el siglo pasado, cuando el
francés Ramond vió el macizo desde la vertiente francesa. Fue entonces, cuando este pionero
montañero decidió que debía llegar a su cumbre.
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El cilindro de Marboré desde la cima |
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Para ello, lo primero que realizó fue explorar el terreno. Así pues, el
12 de enero, partió desde la vertiente francesa, y tras una durísima jornada,
logró alcanzar la brecha de Tucarroya, desde donde pudo contemplar la
magnífica cara norte y su (entonces) imponente glaciar.
Trás meditarlo detenidamente, decidió que no lo ascensería desde allí y
se dedicó a buscar vías de acceso más fáciles.
Su búsqueda le llevó a la vertiente española, al cañón de Añisclo.
Desde allí mandó a sus dos guías que establecieron un campamento base. Sobretodo les dijo que, bajo ningún
concepto, deberían llegar a la cima, honor que Ramond quería para él.
Sus dos ayudantes al día siguiente, y trás pedir consejo a un
pastor local, decidieron explorar el camino que llevaba a la cima por la
Punta de las Olas. Al final, el pastor decidió acompañar a los
exploradores, y quedaron tan cerca de la cima que no pudieron resistir la
tentación de llegar a ella.
Así pues, el día 7 de agosto, Laurens, Rondou y el pastor anónimo culminaron la
primera ascensión conocida al Monte Perdido.
La búsqueda de una ruta más fácil a la bajada, les llevó a la Brecha de
Rolando, por la que pasarían a la vertiente francesa, culminado así
esta mítica cima y dando el pistoletazo de salida a las siguientes
ascensiones.
El enfado de Ramond al enterarse de la noticia en Gavarnie fue notorio, y al día siguiente decidió ascender él
también. Al llegar a la cima, acompañado de sus dos hermanos, su
barómetro marcó la altura de 3.354 metros y proclamo al Monte Perdido como
la montaña más alta del continente europeo.